El Obispillo

La fiesta del obispillo es una antigua tradición navideña que se remonta a la Edad Media, y que tiene como protagonistas al coro de voces blancas de la Catedral, aunque sus verdaderos orígenes habría que buscarlos en las fiestas de invierno de la antigua Roma.

Se sabe que a lo largo de los siglos ha sido una costumbre muy cuidada por el cabildo de la Catedral y querida por los burgaleses, que agasajaban a la comitiva con frutas y dulces a su paso.

A lo largo del siglo XX, tras la desaparición de la escolanía se recuperó la tradición en diversas ocasiones pero sin continuidad, hasta la creación de la actual escolanía “Pueri Cantores”, recuperándose   la celebración del Obispillo a principios de esta centuria.

La tradición marca que se elija, de entre los niños cantores, al Obispillo el 6 de diciembre, fiesta de San Nicolás de Bari y patrón de los niños. Su investidura tiene lugar el día de los Santos Inocentes (28 de diciembre),   en el Monasterio de las Madres Salesas. También se imponen las túnicas a los escolanos que se incorporan.

Vestido como un auténtico prelado, ataviado con la mitra y el báculo, y rodeado de sus acólitos, el pequeño se pasea por el centro de la ciudad a lomos de una mula blanca, convirtiéndose por unas horas en la primera figura de la Iglesia en la ciudad.

En su recorrido visita la Residencia de mayores de Barrantes y mantiene sendas reuniones con el Arzobispo de Burgos y el Alcalde a los que manifiesta sus deseos para el año en curso.

Burgaleses y visitantes pueden disfrutar del singular cortejo que va desde la Catedral, el paseo del Espolón o la plaza Mayor, donde desde el balcón de la Casa Consistorial se dirige a todos ellos, a los que dirige sus bendiciones y felicitaciones navideñas.